martes, 25 de agosto de 2009

¡DALE CAMPEON!

¡Dale campeóoon!

Acompañado de la mano de su mánager, Pascualito salía por el oscuro pasillo hacia la luz. Afuera se escuchaba la vos de su padre y los gritos de alegría de sus tías. Con voces de júbilos exclamaban: ¡Pascualito! ¡Pas-cua- litooo! ¡Dale macho no más!
Con unas palmadas en la cola, su mánager lo estimuló para la pelea: ¡Su Gran pelea! ¡La más importante de su vida! ¡Por el campeonato mundial de todos los pesos!
Caminaba con la sonrisa de un niño hacia el ring. Por el entusiasmo no reconoció a los vecinos y amigos que lo estimulaban con ovaciones a lo largo del pasillo.
El frio y la pesada atmósfera del ambiente, le eran indiferente. Sentía que el fuego de su juventud lo desbordaba, y sabía que en el cuadrilátero lo esperaba su cantado contrincante: El veterano y forzudo Yoe Laput Ávida. Un viejo y astuto campeón, de nacionalidad incierta, que siempre se la ingenió para retener la corona en todos los ringside mundo. Nunca aflojó en una pelea y no lo tentó ¡ningún arreglo! por abultada bolsa o alocada oferta. Famoso por lo despiadado, frio y verdugo con todos sus contrincantes. Era tan bueno que hasta a veces parecía jugar -engrupiendo que estaba perdiendo-, y cuando menos lo esperaban a cachetazos limpios, sacaba afuera de las cuerdas a su ilusorio rival. Se dice que tuvo excelentes retadores y hasta algunos –cuentan- que casi lo noquean…Pero el viejo Yoe era muy vivo ¡Muy Vivo!
Pascualito, pasó por debajo de la cuerda y se paró en medio de la lona sin mirar a su contrincante (siguiendo los consejos de su padre, para que no lo impresione ni lo humille con su burlona mirada).
Los veteranos y fracasados boxeadores observaban -desde la platea- con resignación al retador de delgadas piernas y huesudas rodillas, que hacían juego con su torso de costillas marcadas. Sabían por experiencia propia que el campeón no le iba a regalar ni siquiera un raund por piedad; al contrario, desde el primero le iba a sacudir con toda su saña, como para tantearlo y estudiarlo…Después lo gastaría con evasivos movimientos de cadera, para que el público lo abucheara, y por último… como siempre lo hacía: Con un ¡Cros! lo remataba y lo dejaba ¡frito en la lona! Todos reconocían que este Yoe era muy bueno y ¡por eso era el campeón mundial! No te dejaba ganar nada, y si podía también te molía bien los huesos: Para que entiendas que con él ¡no se jode!
Silencio. El Presentador, nombró al imparcial jurado y señalando a Pascualito, dijo:
__¡En este rincón!…eeel Retadooor…¡Paaascuaaaliiitooo!
Y un grito de ovación de sus padres, hermanos y amigos, junto al apoyo incondicional de los espectadores, invadió el ambiente:
¡Pascualitooo! ¡Pascualitoooo! ¡Dale campeóoon! ¡Dale campeóooonnn!
___Y en el otro riiincónnn__ Interrumpió el Presentador__ ¡El cammmpeónnn de todos los pesooos! ¡Que expone suuuu corooonaaa!__ ¡Yoe Laput Ávida!
El fornido campeón se acercó al centro con sus brazos en alto y con una fría sonrisa, que enmarcaba a un rostro duro y feo, con cejas partidas, párpados cosidos y aplastada nariz.
Un silbido y explosivo abucheo, impidió que el presentador continuara con la presentación del Campeón Mundial.
Sonó la campana. Era el primer raund. Pascualito midió guantes con Yoe, y al acercársele pudo ver su fría y sangrienta mirada…Percibió lo solo y desamparado que se encontraba, parado en medio de la lona, frente a esa pared de carne y músculos que lo esperaba con los guantes alzados de dos libras.
Tiró una mano que sonó en el pecho del campeón y en simultáneo pegó un ceguerilla de golpes en su cara. Yoe no mosqueó, ni parpadeó. Pascualito intuyó que lo hacía para humillarlo con su indiferencia.
Yoe, se dejaba golpear su pecho, y solo atinaba de esquivar los golpes en su cara, con el movimiento continuo de su cuello.
Los amigos y parientes del retador se entusiasmaban y gritaban: ¡Dale duro Pascualito! ¡Oooleee!
Y…Pascualito insistía con hacer sonar sus fuertes golpes en la humanidad de Yoe. Por momentos se entusiasmaba tanto, que ponía cara de satisfacción y miraba de reojo a su papá, como queriéndole decirle: ¡Yo nací para triunfar, y este es pan comido!
El sonar de la campana le indicó el final del raund y que fuera para el rincón, en donde lo esperaba su mánager junto al banquito.
__¡Bien Pibe…bien! __ Decía su Papá mientras le humedecía el rostro con una toalla mojada. Padre e hijo se miraban con complacencia.
__Segundos afuera__ Gritó él Arbitro.
Arrancó el retador, con un golpe que el viejo Yoe trastabilló contra la cuerda, en donde recibió tres piñas en el estómago, que hicieron que el público se levantara de sus asientos: ¡Se venía el N-K!
El veterano hizo uso de su viveza y saltó a un costado y lo bailó de cuerda a cuerda, hasta que al final ¡Lo salvó la campana!
En el tercer raund y en el cuarto, la pelea fue pareja y hasta se podía pensar que prevalecía la juventud de Pascualito.
Otra vez cruzaron guantes al comenzar el quinto. Lentamente fue prevaleciendo la astucia de Yoe. Pascualito sintió el dolor de los golpes y no escuchó más la vos de su padre ni de su madre. Reconoció el aliento incondicional de sus amigos.
__No me aflojés Negro__ Gritó su mujer__ ¡Vos sabes que es surdo!__ ¡No te confíes, no pega con la derecha!__ ¡Es sucio!
La miró de costado…y como si fuera por Ella, sacó fuerza y le mando ¡Un, Dos, Tres! al furioso Ávida. Que se enloqueció más y lo humilló tirándolo a la lona con un directo al mentón. Pascualito se levantó como sintiendo vergüenza, y fue al frente ciego. Pero sonó el fin del raund.
En el rincón, ya no estaban las palabras de su padre, que alentaba y transmitían sus experiencias. Se sentía solo y cansado, y sabiendo que el sexto, iba ser más difícil.
Fue a parar tantas veces al suelo, que rogaba a Dios que sonara la campana. Apenas pudo llegar a su banquito. Hasta le parecía que su público se había ido y lo habían dejado solo.
__Bien Campeón__ Bien Pascuali…__Gritaba Zulema su mujer.
Otra vez en el medio del ring, junto al desalmado de Yoe. Es el séptimo. Y en su angustia, sabe bien que no llega al décimo despierto. Hace lo que puede y se va quedando sin aire. Por más que escuchaba los gritos de su hijo dando directivas:
__¡El cros…Viejo! ¡Dale con la derecha…como te enseñó el abuelo!
Aplicó un cros, que no melló ni un raspón al rostro del indiferente contrincante. El último minuto le parecía una eternidad. Por más que trabajara con profesionalismo, era consciente que esta pelea: Ya ni la empataría. Unos pensamientos se le cruzaron de improvisto: el techo propio, el estudio de sus nietos…la salud de Zulema. De repente lo despabiló ¡Un golpe despiadado, del surdo Ávida! y quedó tendido en cruz en el medio del cuadrilátero. El árbitro, no titubeó y no suspendió la pelea. Quería que continúe hasta lo pactado.
Algunos comedidos, pretendían darle ánimo, gritándole en su esquina:
__ Fuerza Pascual__ Fuerza Don__ Piense en su familia.
Don Pascual, entró con su mirada baja y dejó su protector de dientes en el suelo, ya no lo necesitaba. Con sus ojos cargados de lágrimas, miraba al despiadado Ávida, como preguntándole:
__¿Por qué, no aflojas…hermano?__ ¡Me venís cagando a golpe desde el primer raund…! __No te pido mucho…aflojá un poquito__ ¿Si sabes que no llego al noveno?
El campeón conocía esa mirada de suplica. Siempre sus retadores, le ponían la misma cara de clemencia ¡Como dando lástima! En toda su larga existencia se preguntaba:
¿Pa´ que mierda se ponían a pelearle? ¡Si él siempre les iba a ganar la pelea, ante del último raund!
Pa´ que mierda lo desafiaban y querían robarle su cetro mundial. ¡Idiotas! no se daban cuenta que las peleas estaban arregladas de antemano. Nadie safaba de su surda… porque era simple: ¡Él era muy Vivo!
El campeón, se dio cuenta que Pascual, ya estaba para sacarlo del ring de un cachetazo. Lo dejó que se viniera al humo y se puso firme. El retador, estaba confundido…no escuchaba los consejos de sus nietos- el oído derecho le estaba fallando. Con dolor venció la artritis y le pegó un guantazo al rostro de Ávida, borrándole la sonrisa de golpe. El campeón reconoció que el decrépito contrincante hacía lo posible para arrebatarle la corona. Pero este gil ya estaba cocinado hace rato, que tenía que terminar de faenarlo y ¡Listo!, y -sin descansar- prepararse para el próximo joven retador (¡Que el Supremo Capo! ya le tenía asignado).
Lo miró con desprecio y con toda la furia del mundo: Le propinó semejante trompazo, que Pascual se arrodilló temblando como pidiendo clemencia. Ávida estaba frenético, esperando que se levantara para darle el último golpe de gracia.
En el rincón de Pascual, su hijo y sus nietos gritaban con desesperación y ¡bronca!:
__ Largalo guacho__ No ves que está mal__ ¡No lo mates!__ ¡Déjalo un poco más!
En el fondo, alguien gritó:
__¡Dale una oportunidad!__ ¡Zurdo Putooo!
Pascual, se levantó como sacando fuerza de su alma, y quedó firme mirando a su cruel contrincante con infinito odio y resentimiento. Levantó los guantes, como diciendo te voy a dar pelea y no me entregaré tan fácil ¡Hijo de Puta!
Yoe, apretaba sus dientes con furia, a la vez que clavaba su roja mirada en los ojos de Pascual: ¡Le propinó un cros con la infalible zurda! a la mandíbula del insignificante retador, que lo levantó por el aire…y dando vuelta cayó de espalda: El rebote de su cabeza en el suelo hizo que su nieto gritara:
__¡Lo mataste Hijo de Puta!…Lo mataste…no ves que …lo mataste…¡mierda!
Un silencio frio e indiferente invadió el ambiente. El médico subió al ring y le tomó el pulso; llamó a los camilleros.
Pascual se lo llevaron…no delataba signos vitales. Su único hijo y sus dos nietos corrían llorando a su par.
Inmediatamente, subió el presentador para cantar en alta voz, el resultado de esta contienda:
___Faaallooo de la pelea__ Poooor unanimidaaad___ Gaaaannnadooor… el Campeóooon Munnndialll de tooodddooos loooos pesssooos:

¡YOOO… LAAAPUUUTAAAVÍIIDAAA!
El personal de limpieza pasó la escoba al ring. ¡Y volvieron las luces, y al cuadrilátero…subió otro joven retador! Donde lo aguardaba el invicto: Yo LaPut Avida.

LEON BOUVIER

17 de agosto de 2009