lunes, 21 de septiembre de 2009

PEDIRIA TU MANO

Pediría Tu mano

La tenue sombra de la noche, desplazó a la última penumbra del día. El silencio sepulcral fue interrumpido por la suave y dulce voz de Felicitas:
__Hilario…__ ¿Estás despierto?__...Hilario…
__Si, Mi bien amada__ Me despertó el sonar de tu joven corazón__ Respondió Hilario con su modulada voz seductora.
__Sabes… estuve todo el día pensando…y repitiendo las complacientes palabras…una por una, de tu excelso poema de amor__ No me imaginaba que detrás de ese valeroso guerrero del Paraguay, existiera un poeta…émulo de Ovidio…__Sus versos están, tan llenos de pasión…Que el día se hacía interminable…para poder decirte, Mi amado Hilario…que agradezco al honroso destino que me haya puesto a tu lado__ Dijo Felicitas.
__Eres demasiado generosa con migo...Sabes Mi bien amada, que…ya lo he decidido: La estancia se llamará Santa Felicitas, en tu honor. Y haré construir una capilla gótica con la imagen de nuestra patrona__ Edificaremos un nuevo casco de estilo francés, con coloridos vitrales de Reims y boiserie de nogal__ Iremos a París a comprar bellos gobelinos de Lyon y muebles con incrustaciones de marfil d´Yvoire__ Traeremos un armonio de Leipzig, en donde tus finas manos acariciarán el teclado y colmarán el ambiente de nuestro hogar, con las melodías de Brahms, Mozart y Beethoven__ Compraremos obras de artes: Mármoles y cuadros y llenaremos todos sus ambientes. Invitaremos a largas tertulias a nuestros queridos amigos y a los intelectuales y artistas del mundo: ¡Que Santa Felicitas! sea el epicentro de la belleza y cultura de Buenos Aires__ Dijo Hilario con tanta seguridad y emoción, que si Yo hubiera estado presente…aseguraría que vi ¡a sus etéreos ojos! llenos de lágrimas.
Continuó, con tomada voz:
__Espero con infinitas ansias, que llegue la hora: En cuando vea a tu Señor Padre, le pediré tu mano.
__Le diré: Mi estimado Señor, le pido con toda mi devoción y respecto, que me conceda la mano de su hija Felicitas__ ¡Le juro por mi nombre y honor!: Que la amaré, la cuidaré y la defenderé…hasta que la vida nos separe…¡la amaré por toda la eternidad!
__ ¿Mi padre…mi padre?__ ¡Hace tanto tiempo que no viene a visitarme!...que me he olvidado el aroma de su perfumen__ Dijo Felicitas y con infantil suplica, continuó:
__ Hilario__ Cuéntame más sobre tu azarosa vida__ ¡No me hables, de la guerra ni de la metralla que destrozó tu mano! Sabes que me impresiona__...No…no mi amado Hilario…¡Prefiero que me recites un poema de Víctor Hugo! ¡No hay otro ser que pueda igualarte!
__ ¿Víctor Hugo?:...¨El cielo azul…__Dijo y comenzó a recitar en consonantes sílabas, un verso del poeta francés. Cuando al unísono fue interrumpido por su amada:
__ ¡No! ¡No! recítalo en su lengua natal…por favor Hilarito…por favor.
Se escuchó una, imperceptible sonrisa y comenzó a pronunciar:
__Le ciel bleu…
De repente un ruido seco a metal golpeando sobre madera y tierra, cortó el aliento de los enamorados. Un total silencio e incomprensible expectativas los invadió junto al miedo. Que se fue transformando en un agonizante terror, por la continua ceguerillas de golpes y vibraciones, que llegaban a sus humanidades.
Los golpes se acercaban…más y más, y hasta les parecían que escuchaban murmurantes voces: ¡Murmullos de hombres!
Estaban tan acostumbrados a su silenciosa soledad, que no podían pensar que existiría algo en el mundo que pudiera interrumpir su paz…su inigualable paz.
__ ¡Ven ponte a mi lado!__ Ordenó Hilario, con mandato marcial.
Felicitas se acurruco entre sus brazos y entre el latido incontrolable de su pecho, empezó a orar: Padre nuestro que…que estás en lo cielos…Hágase tu…tu voluntad…
Hilario, estaba expectante a los ruidos, mientras que su mano consolaba con un pasar suave por la larga cabellera de Felicitas.
¡Los golpes estaban encima de ellos! ¡Arriba de sus pechos y rostros!, vibraban al azar, a lo largo y por su ancho. Por momentos una pausa…y luego continuaban. Sentían…como si una presencia fantasmal, se erguía y oprimía sobre ellos.
__ ¡Métele pico!__ Retumbaron terroríficas palabras en su alrededor. Eran nítidas y comprensibles, y no murmullos lejanos.
De repente, la punta de la herramienta agujeró la podrida tabla; y un fino e hiriente rayo de luz penetró por él. Encandiló a la desconsolada pareja.
¡Un grito silencioso de desesperación!, salió del sombrío foso.
__ ¡La luz! ¡La Luz!__ Es nuestra oportunidad __ ¡Escapemos!__ Gritó Hilario, mientras sujetaba con fuerza la mano de Felicitas. Ambos, sin hacer el menor esfuerzo ¡Huyeron!, aprovechando la única oportunidad que daba la vida, de estar libres y juntos…y por toda la eternidad.
Sin percatarse, los empleados del cementerio, continuaron indiferentes con su tarea de remoción de tumbas.
__ ¡He! Tito__ ¿Qué te toco…una mina?…a mí me toco un tipo__ Dijo uno de los sepultureros.
___Huy…Huy…Me parece que me salvé…Carlito__ Dijo Tito.
___ ¿Qué encontraste Chabón?__ Interrogó Carlitos.
___No, se…me parece que la mina tiene agarrado, una medalla con la mano…me parece…__ Huy…Dio… y unos gemelos de hombre…tiene __ Decía Tito, mientras escupía la herrumbrada medalla que sostenía con la mano.
__ ¡Que lo parió, no se puede leer…que mierda dice!
__ ¿Qué estás haciendo loco?__ Dijo riéndose Carlitos.
__ ¡La estoy meando!__ A ver si puedo leer…algo__
___Esperá loco…dice…batalla Curupaity…Ejército Argentino…186 y…algo.
___En la otra cara…Teniente Hilario… ¿y… que se Yo?__ Está borroneado…y los gemelos parecen de oro ¡Papá!___ ¡Safé Carlito!__ Los hago guita y me compro la bicy…y la platea en el clásico y ¡Papita pa´ el loro!__ ¿Y vos, Negro que te encontraste?
__¡Que lo parió!__ Este…está pelado…está__ No tiene una mierda…no tiene__ Decía con bronca Carlitos, mientras con la alpargata pateaba -jugando- el cráneo.
__Mirá el Chabón, tenía la dentadura sana…¡Ni un diente de oro!__ ¡Qué desgracia…mama mía!
__Pero…¿mirándolo bien?…está sanito…¡Che!__ ¡A este lo hago guita!__ Decía Carlitos, mientras sostenía y limpiaba de tierra la mandíbula.
__ ¡Lo que me faltaba!__ Al guacho le falta una mano…¡Es un manco…es!__ A mí me mearon los perros…es de no creer…que me parió__ Me cagó el negocio, el finao__ Dijo Carlitos, mientras arrojaba con desprecio un antebrazo, que sonó a hueco al golpear un fémur.
__Pará Tito__ Tírame los huesos de la mano izquierda de la finada__ Se me ocurrió un idea__ Total el pendejo estudiante de medicina, no se va dar cuenta que la mano es mas chica, o de mina…Cuanto mucho va pensar…en un defecto físico…¡O que era un maricón el dueño!
Ambos empleados del cementerio, llenaron sus bolsas de arpilleras con las osamentas de los anónimos muertos. Salieron de los fosos, y mientras respiraban aire fresco, miraban con satisfacción sus rectángulos bien perfilados, a sabiendas que mañana los cubrirían nuevamente.
__Tito__ Después que arrojes los huesos de la mina al Osario General, venite que te doy la dirección del ruso amigo mío, que te compra la medalla y los gemelos__ Dijo Carlitos mientras caminaba con alegría, cargando a su apreciado esqueleto.
Se dio vuelta de repente, y gritándole a Tito, alzó la bolsa de arpillera, y dijo:
__ ¡Qué país…la Argentina!__ ¡Que querés…con cinco hijos…y un sueldo miserable de sepulturero!___ ¡Yo, a este lo hago guita! ¡Y el domingo me voy a Palermo…que tengo una fija!
Riéndose, sacudió la bolsa con una mano y con la otra amagó como agarrándose los testículos, y gritó:
¡Hay chambones que nacen con culo!…Yo nací con huevos y cabeza, y me la rebusco pa´ financiarme los vicios__ ¡Siempre los finados me dieron una manito! ¡Viejito mío!


LEON BOUVIER
30 agosto 2009